Los viajes de la sal (I): el Changthang y el Himalaya occidental y central
Santiago Lazcano
gNam-ri srong-btsan [...] Habiendo encontrado el omnisciente caballo mdo-wa en las orillas del lago Brag-gsum lding-ma y habiéndolo montado, mató al yak salvaje llamado Thal-dkar ru-ring, y cuando la carne sujeta a su silla cayó al suelo descubrió la sal 'lan'1.
La sal ha sido desde siempre una mercancía fundamental en la historia de la humanidad. Las poblaciones aparecían o se extinguían en relación a su facilidad o dificultad para acceder a ella. Servía también como moneda para las transacciones comerciales, y su extraordinaria importancia queda reflejada en el término "salario" (derivado del salarium latino), que hace posible la satisfacción de sus necesidades vitales a millones de personas.
La sal en Tíbet y el Himalaya
En
el contexto tibetano e himalayo esta importancia es, si cabe, aún
mayor. En Tíbet la sal se considera como uno de los "cuatro pilares de
la vida": tsampa2, carne, sal y té.
Sal tibetana |
Los tibetanos son incansables bebedores de té, que mezclan con sal y manteca de yak. Su consumo desmedido3,
y la función de la sal como moneda de cambio para obtener el tan
necesario como escaso cereal (además de su inexcusable uso para el resto
de la dieta humana y animal), hacían imprescindible la obtención de
grandes cantidades del producto.
En la vertiente sur del Himalaya el valor de la sal era incluso mayor, dada la gran escasez de la misma en estas tierras. La baja ingesta de sal en la dieta de sus habitantes trajo como consecuencia la aparición habitual del bocio endémico por falta de yodo entre sus gentes, especialmente en el Himalaya oriental.
En tiempos pretéritos, antes de que la colisión de placas tectónicas originara la cordillera del Himalaya, la meseta tibetana estaba cubierta por un gran mar. Los muchos lagos salados que son reminiscencia de aquel son los principales depósitos de tan preciado artículo para los tibetanos.
Tres son los focos principales que han surtido históricamente de sal al mundo tibetano. De los lagos del inhóspito Changthang (la alta y gélida región septentrional de la meseta) se extraía la sal que llegaba al Tíbet occidental y central, así como a Ladakh, Nepal y Bhutan. La provincia nororiental de Amdo alberga también una gran extensión salina: el herboso salar de Tsaidam ("pantano o ciénaga salobre"). La sal de sus lagos se consumía en Amdo y llegaba a la zona norte de Kham. Por último, en el sudeste, la mayor parte de Kham y la parte más oriental del Himalaya se abastecían de las salinas dispuestas a modo de terrazas en Tsakalho, en las orillas del río Dzachu o alto Mekong.
Los "hombres de la sal" y la recolección.
El Changtang contiene infinidad de lagos salados. El Nam tso o "lago celeste", el Drabye tso, el La nGa tso (Rakshastal), o el Siling tso son algunos de los más importantes. La tarea de extraer la sal de los lagos recae en exclusiva en los nómadas o drokpas4. Sólo ellos son capaces de soportar las condiciones extremas del terreno y poseen la movilidad y la capacidad necesaria para su transporte.
Drabye tso (Lago Zhabuye) |
Cuando llega la primavera, hacia el mes de Abril, los drokpas se disponen a partir hacia los lagos en busca de sal. Es un trabajo exclusivamente masculino. A las mujeres no se les permite ir al lago salado. Se dice que si una mujer fuese allí la sal desaparecería. Se forma un pequeño grupo (unos 5-8 hombres), y el miembro de mayor edad decide la fecha propicia para la partida de acuerdo a criterios astrológicos. Tras quemar plantas aromáticas y recitar sutras para que los dioses les concedan un viaje seguro, el grupo parte hacia el lago.
En los grupos se reproducen los roles familiares y a cada miembro se le asigna un papel que debe representar. El "padre" se ocupa de hacer ofrendas para quemar, distribuir la carne en el grupo y visitar las tiendas para recoger todas las opiniones si hay algo que discutir. La "madre" cuida de todos y cocina y hace el té para ellos. El "hijo" (bopu o bopsa) es el principiante y debe aprender de los mayores cómo extraer la sal, manejar las herramientas, colocar los sacos de lana en los animales, etc. El zopon o encargado de los animales debe encontrar pastos y agua para ellos, cuidarles, y curarles si se ponen enfermos.
Una vez se alcanza el punto desde donde no pueden ya divisar las montañas hogar de sus deidades locales, los "hombres de la sal" han de seguir en todo momento la reglas establecidas. Esto se debe a que están fuera del alcance de su protección y, por tanto, si no cumplen las normas y ofenden a las divinidades de los territorios que atraviesan y/o del lago, éstas podrían enfadarse y castigarles provocando un desastre. Para no irritar a las deidades locales y para protegerse de los demonios que habitan en el norte siguen un guión muy estricto. Cada miembro ocupa su posición dentro del grupo y tiene incluso su lugar asignado dentro de la tienda, deben observar buen comportamiento entre ellos y respetar una serie de prohibiciones: está prohibido tener disputas y discusiones, el contacto con mujeres, encontrase imprudentemente con los locales, expeler ventosidades, e incluso que mendigos, mujeres y perros pasen la noche cerca del campamento. También deben hablar la "lengua de la sal".
"Hombres de la sal" ocupando su lugar en la tienda |
La "lengua de la sal" contiene muchos vulgarismos y tiene también una connotación "picante" o erótica. Se dice que hace mucho tiempo las mujeres iban también a recolectar sal. Una vez vieron tanta sal en el lago que, además de los sacos, llenaron también sus ropas. Su codicia enfadó al lago, que provocó una gran inundación y dejó de dar sal. Pasado un tiempo tres hermanos malhablados fueron al lago a por sal. Hablaron con palabras obscenas y curiosamente esto agradó al lago, que les recompensó con abundante sal. A partir de ese momento la gente empezó a hablar de modo impúdico y a seguir ciertas normas cuando iban a recolectar sal. Según la leyenda éste sería el origen de la "lengua de la sal" y de la prohibición a las mujeres de unirse a la caravana. Es probable que esto sea una excusa para que los hombres, privados de compañía femenina durante tanto tiempo, puedan hablar de sexo y bromear sobre mujeres sin que su dignidad y estatus social se vean debilitados6.
Desde que dejan sus hogares, los drokpas pueden tardar hasta 20 días en llegar al lago. Van despacio para que los animales puedan mantener su fuerza y no se debiliten. Después de tres o cuatro horas de marcha acampan y dejan que se repongan pastando y bebiendo agua. Les atan para que no se muevan demasiado y no se cansen, y lleguen así fuertes al lago para poder transportar la sal de vuelta. Los animales que conducen para transportar la sal en el viaje de vuelta suelen ser yaks pero también pueden ser ovejas y cabras. Los yaks pueden transportar unos 30 kg. cada uno, más o menos el doble que las ovejas y las cabras. Pero éstas tienen la ventaja de ahorrar tiempo a los nómadas, pues una vez cargadas con las sacas de sal ya no se descargan hasta que llegan a su destino. Los yaks, por contra, deben ser cargados y descargados todos los días. Normalmente suelen utilizarse unos 25 yaks o unas 60 ovejas y cabras por familia, aunque la cantidad puede variar mucho dependiendo de su nivel económico.
Cuando llegan a las proximidades del lago los hombres se dividen. Un
grupito de avanzadilla de 4 o 5 hombres se dirige al lago a recoger la
sal, mientras el resto se quedan con los animales en el lugar más
cercano en el que haya pastos y agua, ya que el lago carece de ellos. Al
llegar, los drokpas evalúan la calidad se la sal y ofrecen un
primer puñado a Buda, y un segundo a la deidad del lago. Después
empiezan a romper la sal en pequeños pedazos con cuernos de yak o de
oveja, y la acumulan en montoncitos cónicos con rasquetas de madera. Más tarde
llenan los sacos prensando bien la sal (y dejando espacio libre en
previsión de que la lluvia pueda aumentar su volumen), y los cosen
asegurándose de que queden bien cerrados. Cuando ya tienen toda la sal
recogida en las sacas envían un mensaje al grupo que espera con los
animales para que avance hacia el lago. Cuando llegan son cargados con
los sacos y al día siguiente inician en viaje de vuelta. El proceso de
recogida de sal en el lago dura habitualmente unos 8 días.
Sal acumulada en montoncitos preparada para ser introducida en los sacos |
Sacos de sal a la espera de ser cargados en los animales |
Después de otra larga travesía que les lleva sobre sus pasos, los hombres y los animales cargados de sal llegan a su lugar de origen. Una pequeña cantidad de la mercancía se aparta para el consumo propio, pero la mayoría dormirá un breve sueño antes de continuar su largo viaje.
Rumbo al Himalaya
Tras unos pocos meses de descanso, otra caravana se pone de nuevo en camino. Le costará al menos un mes alcanzar las laderas himalayas. En esta ocasión no entran en juego las normas específicas que rigen la extracción de la sal ni sus integrantes tienen por qué ser los mismos. Tampoco hablan entre ellos otra lengua que su dialecto local del tibetano. Su objetivo es intercambiar la sal obtenida por productos que no existen en el altiplano tibetano: cebada, trigo, cuero, arroz y verduras.
Las caravanas se ponen en marcha con la llegada del verano, para intercambiar su sal (y en menor medida otros productos como mantequilla o lana) en las ferias comerciales estivales que se celebran en la cara tibetana de la frontera himalaya.
En los tiempos pre-modernos (anteriores a 1950 y a la administración china) multidud de rutas partían de los solitarios campamentos nómadas del Changthang hacia los altos pasos montañosos del sur. La caravana los atravesaba desafiando los innumerables peligros que acechaban a hombres y animales (bandidos, animales salvajes, precipicios, gélidas temperaturas...), y a lomos de mulas y yaks, la codiciada mercancía alcanzaba lugares tan lejanos como Baltistán, Ladakh, Kinnaur, las colinas medias de Nepal, Sikkim, Bhutan y Mon-yul.
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Rutas de distribución de la sal en Tíbet e Himalaya Mapa desarrollado sobre el mapa de Diana Lange en An Atlas of the Himalayas by a 19th Century Tibetan Lama, contratapa7 |
Impuestos e intermediarios
El gobierno tibetano del Ganden Phodrang apostaba funcionarios en puntos cruciales de las rutas hacia el sur para recabar impuestos de estos comerciantes, habitualmente en los núcleos de población que atravesaban o en las orillas de los ríos que debían cruzar. Una vez llegados a los últimos pueblos antes de la frontera, los drokpas intercambiaban su mercancía con gentes llegadas del otro lado de los pasos que traían los anhelados productos del sur: verduras, azúcar, y especialmente cebada, maíz y trigo. Estos comerciantes eran los llamados genéricamente bhotias, esto es, grupos cultural y lingüísticamente tibetanos que vivían en la cara india, nepalí o bhutanesa de la frontera. Estos bhotias hacían de intermediarios con los pueblos más al sur, y eran ellos quienes se encargaban de hacer llegar la sal a Cachemira y a las tierras medias del Himalaya8. Tanto entre los drokpas y los bhotias, como entre estos y los pueblos más al sur se daba la institución conocida como "amistad comercial" o netsang ("lugar de anidamiento"): cada familia tenía como socios a otra familia concreta en los otros grupos, con quien comerciaba preferentemente a lo largo de los años y que ejercía de anfitriona cuando se visitaban sus tierras. Esta relación pasaba de padres a hijos.
Caravana de dolpo-pas transportando sal
Foto: National Geographic Society
En la ruta que iba de los lagos de Ngari (en el Changthang occidental) a Ladakh, Kinnaur o Humla, el impuesto de la sal se pagaba en Ruthok, o en Purang. Sólo en un caso se permitió a los venidos del otro lado de la frontera recolectar su propia sal: los nómadas del Rupshu (extremo occidental de la meseta de Changthang que entra en Ladakh) tenían un acuerdo con el gobierno tibetano que les permitía recolectar en los lagos Mimdum y Gyaltse. La licencia la concedía un funcionario en Ruthok a nombre del goba (jefe) de Rupshu, y los changpas o rupshupas pagaban ademas el impuesto por la sal recolectada al Gobierno de Tíbet.
A lo largo de las orillas del extenso Yarlung Tsangpo los tsasho, o funcionarios recaudadores del impuesto de la sal, esperaban pacientemente en los pasos de ferry que necesariamente habrían de cruzar los nómadas para alcanzar los contrafuertes himalayos. La muchas rutas que conducían a los mercados fronterizos estaban obligadas a superar este obstáculo.
En Nepal los ingresos producidos por el comercio de la sal fueron muy importantes y el estado nepalés recaudaba también un impuesto a través de los subbas
que ejercían el monopolio de la distribución de la sal traída desde el
norte9. La importancia de este comercio era tal que la deficiente calidad de la sal importada (al estar mezclada con arena) fue incluso una de las
excusas de los gorkhas para declarar la guerra a Tíbet a finales del s.
XVIII10.
Mercados himalayos
Variopintas gentes de todos los confines fronterizos meridionales de la Tibetosfera aparecían en estas ferias comerciales intercambiando además de mercancías, ideas, noticias, dialectos, formas religiosas, y modos de vida, revitalizando así la vida cultural de la civilización tibetana, que fluía vigorosa a través de estos nodos comerciales. Además de los mercaderes, lamas,
peregrinos, representantes de príncipes, estados o monasterios, nómadas, aristócratas,
vagabundos y proscritos se daban cita en los mercados, confiriendo vitalidad y atractivo a estas ferias.
En Purang bajo el sagrado Kailash y junto al lago Manasarovar, gentes venidas desde los lejanos Spiti y Kinnaur, bhotias de Garwhal y Kumaon, humlapas, y mugulis, acarreaban la sal por los altos pasos para llevarla a sus hogares, quedarse con una parte y revender el resto en lugares más lejanos. En Tradün, los lobas de Mustang cargaban igualmente con la sal para llevarla a través del angosto cañón del Kali Gandaki hasta los poblados hindúes de la región media de Nepal. Más al este, en Kyirong y Rongshar nubripas, langtangpas y sherpas recogían la sal que llegaría a los valles orientales de Nepal.
En Phari, en el valle de Chumbi, sikimeses11 y bhutaneses occidentales adquirían sal para venderla después en los mercados de Gangtok y Paro. Más al este del valle de Chumbi la sal que alcanzaba Bhutan y Monyul llegaba ya de la parte más oriental del Chagthang, de Nakchu y también del cercano lago Yamdrok tso. Cerca de este lago, en Taklung Tshondu, se celebraba una gran feria de siete días a la que acudían los bhutaneses centrales cargados con arroz, papel, azúcar moreno, bambú, telas y hierbas medicinales, además de algunos productos indios. Estos bumthangpas regresaban con sal, té, seda, almizcle, polvo de oro, patas de cordero secas y pieles de oveja. Los comerciantes del nordeste bhutanés cargaban también con su arroz por los helados pasos del Me la12 para hacer el trueque en Dongkhar o en Tsona Dzong, a donde acudían también comerciantes de Assam y, fundamentalmente, monpas del corredor de Monyul. El arroz era muy apreciado por la aristocracia de Lhasa y en Tíbet era un monopolio estatal. En Tsona había una drekhang o "casa del arroz", regentada por un funcionario del gobierno tibetano que era la única persona con quien monpas y bhutaneses estaban autorizados a intercambiar su arroz. En la ruta hacia el sudeste, que llevaba a Tawang, y en la del sudoeste, que se dirigía a Bhutan, había sendas estaciones de caravanas que se encargaban de cobrar peajes a los comerciantes13.
Mapa mostrando Tsona Dzong (104) y la "casa del arroz" (106), y Tawang (109) y sus estaciones de peaje (107 y 108) |
Habitualmente los porteadores eran los propios comerciantes pero a veces eran campesinos sujetos al ulag o trabajo forzado, que era parte de la carga fiscal sobre ellos y que consistía en facilitar transporte a funcionarios y élites políticas y religiosas (y a sus mercancías14).
En ocasiones, los tibetanos también atravesaban la frontera: los drokpas vecinos de los dolpo-pas bajaban a veces hasta los valles de Dolpo y eran acogidos en los hogares de sus netsang o socios comerciales, efectuando allí el intercambio. En Bhutan los tibetanos cruzaban el borde para intercambiar sus productos en la estación comercial de Tsampa15, que era el mercado principal para el comercio de la sal con Bumthang. Los comerciantes tibetanos cruzaban también la frontera para intercambiar sus productos en Trashiyangtse y Trashigang, especialmente en los festivales de peregrinación del Chorten Kora y el Gomphu Kora16. Lo mismo sucedía en el del vecino Gorsam Chorten, en Monyul17.
La llegada de la modernidad.
La invasión de 1950 y la subsiguiente extensión de la administración china sobre el territorio del Dalai Lama modificó de manera drástica la explotación de la sal en Tíbet, y especialmente su comercio con la vertiente meridional del Himalaya. Tras el levantamiento tibetano de 1959 en Lhasa, la frontera fue cerrada herméticamente, cortando de raíz el comercio transnacional de la sal y las relaciones de amistad comercial netsang entre familias de ambos lados de la frontera. En la década siguiente el oscuro periodo de la Revolución Cultural acabó también con las prácticas extractivas y rituales de los "hombres de la sal", pasando a hacerse la explotación en comunas y utilizando camiones para su transporte.
Con la apertura política en la década de los ochenta el cierre de algunos pasos fronterizos se flexibilizó, y algunas zonas como Humla, en el Nepal noroccidental, recuperaron al menos parte de su antiguo comercio. También los salineros tradicionales, recelosos del uso de camiones por considerar que ofendían al lago, fueron permitidos a retomar su actividad tradicional.
Las caravanas y el comercio de sal de pequeña escala subsisten hoy en día en algunas partes del Himalaya. Pero su gran volumen y generalización en la región es ya cosa del pasado. Los pueblos himalayos se vieron obligados a reorientarse hacia el sur, y la sal tibetana fue sustituida por sal yodada india o nepalí que llegaba en helicópteros y más tarde a través de las nuevas carreteras. Algunos como los nómadas de Rupshu ladakhí aprovecharon la oportunidad de tener cerca un lago salado que caía en el lado indio de la frontera (el Tso Kar) y se reciclaron para extraer la sal de él. Sólo el gusto por la sal tibetana de los himalayos hace que subsista un comercio a pequeña escala allí donde se permite su paso por la frontera, o un contrabando menor donde las fronteras siguen aún cerradas. Las últimas caravanas se acercan a su extinción, y con ellas desaparece también el testimonio de un modo de vida y de una cultura que marcó la vida de la región durante más de un milenio.
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2 Harina de cebada tostada, el alimento por excelencia de los tibetanos.
3 Según Kapstein podían consumir hasta 50 tazas al día. Kapptein, Matthew T. 2006. p 188.
4 Drok significa altos pastos, mientras que pa es el sufijo para "persona". En el contexto de algunas zonas concretas puede tener un significado más específico. En Ladakh, por ejemplo, se conoce como brokpas (drokpas) o minaros a un grupo étnico que habita en la zona de Da-Hanu, en la línea fronteriza con Pakistán, y que habla un idioma indo-europeo. Los pastores de yaks de Merak y Sakteng, en el extremo este de Bhutan, y sus vecinos de la parte adyacente de Arunachal Pradesh son conocidos como brogpas (el mismo término según la pronunciación de la zona). También los nómadas de Laya y Lingshi en el noroeste bhutanés son llamados bjops (una abreviatura de brogpas).
5 Agradezco sus comentarios (comunicaciones personales a través de e-mail) a Ulrike Koch (20 Julio 2020), John Vincent Bellezza (21 Julio 2020), Gerald Roche (23 Julio 2020) y Hiroyuki Suzuki (8 Agosto 2020).
6 Xirab, Gyayang. 2006.
Muy buen artículo. Curiosísimo lo que explicas de la "lengua de la sal".
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